Porque cada una de esas miradas divertidas, cada una de esas sonrisas inocentes y cada <<¿Cuánto falta para el recreo?>>, pronto se fueron transformando en miradas cómplices y sonrisas pícaras, y esas preguntas cándidas en te quieros perdidos.
Que no me importó eso, qué va; que por mi, mejor. Que ya sabes todo lo que llegué a sentir por tí -de echo, aún lo siento-, pero que esas miradas cómplices, esas sonrisas y esos tequieros se fueron atrofiando, y volviéndose cada vez menos frecuentes.
Que para esto, que casi preferiría haberme quedado en las miradas ingenuas y en las preguntas sencillas. Que casi habría peferido estar de nuevo en esas clase pequeña y llenas de niños, con el sol entrando a raudales...
Así, ahora mismo me estarías sonriendo y yo te estaría haciendo muecas y haciéndote reír. Que sí, que vale, que yo seguiría con esa opresión en el pecho, que me gritaba a cada momento: ¡Díselo! ¡No puedes ocultarlo más! ¡La quieres!.. Pero tal vez eso habría sido mejor, mejor que quedarme sentado en las escaleras, con la mirada perdida, como estoy ahora mismo. Que en este momento, todo habría sido como siempre tuvo que haber sido, como siempre fue entre nosotros.
Qué error cometí. Cometimos.
Pero, oye, lo echo, echo está. Y mira, no podemos hacer nada para cambiarlo.
Que no me importó eso, qué va; que por mi, mejor. Que ya sabes todo lo que llegué a sentir por tí -de echo, aún lo siento-, pero que esas miradas cómplices, esas sonrisas y esos tequieros se fueron atrofiando, y volviéndose cada vez menos frecuentes.
Que para esto, que casi preferiría haberme quedado en las miradas ingenuas y en las preguntas sencillas. Que casi habría peferido estar de nuevo en esas clase pequeña y llenas de niños, con el sol entrando a raudales...
Así, ahora mismo me estarías sonriendo y yo te estaría haciendo muecas y haciéndote reír. Que sí, que vale, que yo seguiría con esa opresión en el pecho, que me gritaba a cada momento: ¡Díselo! ¡No puedes ocultarlo más! ¡La quieres!.. Pero tal vez eso habría sido mejor, mejor que quedarme sentado en las escaleras, con la mirada perdida, como estoy ahora mismo. Que en este momento, todo habría sido como siempre tuvo que haber sido, como siempre fue entre nosotros.
Qué error cometí. Cometimos.
Pero, oye, lo echo, echo está. Y mira, no podemos hacer nada para cambiarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Y tú, ¿qué dices?